dejar de quejarse

Quejarse: Un mal hábito

Si nos ponemos a pensar; ¿cuántas veces oímos diariamente a alguna persona de nuestro entorno quejarse de algo? …. Seguramente más de lo que nos gustaría, pero parece que nos hemos identificado con un estilo de pensamiento victimista, creemos que es poco probable que las cosas se vayan a solucionar y optamos por la única opción que vemos, la queja.

Quejarse

Nos quejamos del calor, nos quejamos del frío, nos quejamos si tenemos que hacer, nos quejamos cuando no tenemos que hacer, nos quejamos y punto. Hay personas que viven en modo queja constante y siempre encuentran un motivo para ella.

La queja para estas personas se convierte en un hábito y muchas veces no son conscientes de que lo están haciendo. Pasa a ser una forma de comunicarse y la emiten de manera automática.

La queja afecta tanto a la persona que la realiza como a todos los que se encuentran a su alrededor. La queja tiene efectos emocionales que nos hacen sentir mal, nos convertimos en personas pesimistas y esto a la vez hace que cada vez intentemos menos cambiar las cosas, pensamos que no hay nada que hacer, y en vez de afrontar los hechos confiados y con una actitud positiva, dejamos de emitir respuestas ante las cosas que ocurren que nos disgustan.

Atribuimos el control de las cosas que nos ocurren a algo externo y asumimos que nosotros no podemos hacer nada para cambiar las cosas, nos quedamos inmóviles lamentándonos, mientras otros continúan su camino y se abren paso entre los acontecimientos iguales a los que para otros son insoportables.

Las personas que se quejan habitualmente son poco empáticas, les cuesta ponerse en el lugar del otro, piensan que todos los astros están en su contra y que todo les ocurre a ellos, no se dan cuentan que a los demás también les ocurren cosas y no tan distintas a las suyas.

Estas personas están tremendamente insatisfechas y pierden la capacidad para disfrutar de las pequeñas cosas.

Consecuencias negativas de la queja

La queja constante tiene en las personas las siguientes consecuencias negativas:

  1. Nos convierte en personas insatisfechas y nos generan un estado de ánimo negativo.
  2. Nos provocan un desgaste emocional y psíquico importante por el que se escapa nuestra energía. Nos centramos en lo negativo y no conseguimos ver lo positivo que es lo que nos va a permitir avanzar.
  3. Agotamos a las personas que tenemos alrededor nuestro. Todas las personas tienen sus propios problemas, pero no todos los comparten constantemente. Podemos ser el hombro en el que apoyarse de un amigo, pero cuando esto se convierte en un hábito nos desgasta. Las personas que se quejan constantemente “chupan” la energía a los que están a su alrededor. Esto dificulta sus relaciones sociales y suelen quedarse solos.
  4. Nos hace personas pasivas que no buscan soluciones.

Quejarse supone colocar el control de lo que me sucede en algo externo que no puedo controlar, por lo tanto, para que voy a intentar hacer nada si no depende de mí. Otra persona en la misma situación, actúa y sigue su camino.

La queja es un mal hábito del que a veces no nos damos cuenta. Te animo a que dejes de quejarte y empieces a actuar tomando las riendas de tu vida. En un próximo artículo daremos las claves para dejar de quejarnos.

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Victoria Martín

Victoria Martín

Soy Psicóloga General Sanitaria licenciada en la Universidad Autónoma de Madrid, colegiada M-24.309 y Master en Terapia Cognitivo-Conductual. Experiencia en la evaluación, diagnóstico e intervención de problemas psicológicos en adultos, niños, adolescentes y parejas. Especializada en tratamiento de la obesidad y sobrepeso.

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